Pagar: Novela
Psic. David A. Erguy
¿Quieres cambiar una mente? Olvidalo. En cuanto una mente se ha decidido, raras veces, por no decir nunca, cambia. El mayor derroche que se puede hacer en marketing es intentar cambiar la mente humana. (Ries, Al y Trout Jack. Las 22 leyes de Marketing).
El cuerpo es motivo de consulta, de la forma en que el sujeto organice su significado personal y del modo en que se posiciona su cuerpo surge el interrogante que lo lleva a consultar a un terapeuta. Quién consulta se plantea un interrogante a través de los sintomas del cuerpo, el terapeuta no responde el interrogante por el paciente, pero le infunde esperanza a través de la promesa de cura. El interrogante que se plantea el paciente es: ¡No entiendo lo que me pasa a mi cuerpo! ¿Por que mi cuerpo desarrolla sintomas que no logro entender? Para el paciente, el cuerpo es un enigma que no puede descifrar. La promesa de cura es la suposición de que el terapeuta tiene el saber, tiene la respuesta acerca del enigma que esconde los sintomas, cuestión que aterra al paciente porque "sabe que no sabe", es decir sabe que no tiene el saber de descifrar el enigma que esconde los sintomas del cuerpo, le aterra que el saber de su propio cuerpo no lo tenga èl, sino un desconocido que nunca vio en su vida. La primera sesión de terapia es un hecho traumático en sí mismo, por eso antes de la terapia existe una instancia previa que se llama entrevista de admisión que funcionaría como una especie de filtro (mi presencia profesional esta asegurada, soy lic en psicología mat 15.629, Especialista en Terapia Cognitiva de la Fundacion Aigle, Terapeuta Sexual del Instituto Kinsey y Evaluador Neurocognitivo del Instituto Rorschach, en cambio su presencia en terapia estimado paciente se ve comprometido, puesto que solo el 10% de la totalidad de los pacientes que consultan pasan la entrevista de admisión). Me gusta decirles a los pacientes que: "yo soy el profesional que lo ayudara aliviar su malestar emocional, en tanto ellos son mis jefes puesto que mi sueldo salen de su bolsillo, pero no por ello le voy a decir lo que ellos quieren escuchar, sólo me limitare a decir lo que surge en análisis". También quisiera agregar que la terapia psicológica (económicamente hablando) sale caro por los instrumentos psicológicos que se usa en las sesiones terapéuticas, las palabras (económicamente hablando) salen baratas porque no consumen gastos monetarios, pero en cambio el papel de la impresora, el cartucho de la impresora, y sobre todo los ¡instrumentos de evaluación psicológica que se utilizan en sesión son muy caros!, por ello se advierte de antemano, que la terapia psicológica no es nada barata, es caro.
El sufrimiento es el impulsor de la Demanda y quien interroga al profesional de la salud acerca de su malestar: "me pasa esto, esto y aquello, ahora decime ¿Qué tengo?". Le exigen al terapeuta que le de una respuesta acerca del malestar que lo aqueja. Por ello, no es extraño que al poco tiempo de estar en análisis el paciente abandone la terapia si el terapeuta le promete algo que no puede cumplir; como es la promesa de conseguir la felicidad sin sentir ningún tipo de sufrimiento, o le promete que si hace terapia no va a sufrir nunca más en su vida. El psicoanálista, Luis Hornstein, sostiene que el hombre actual no quiere sufrir, quiere anestesia de la vida cotidiana, la felicidad es el nuevo orden moral, se considera al sufrimiento como algo malo que se debe evitar a toda costa, la nueva maquinaria de la felicidad le promete algo imposible de cumplir al paciente como es la promesa de felicidad; le promete que si compra lo que yo vendo, usted sera feliz. El terapeuta debería prometer algo que este a su alcance y que lo pueda cumplir, algo como: "No te prometo que si venís a terapia vas a ser feliz, pero lo que si te prometo es que si trabajamos juntos en terapia, vas a estar mucho mejor de lo que te sentís ahora". El terapeuta no es quien sabe, sino quien promete e infunde esperanza, la premisa de la promesa de cura es prometer algo que sea posible y no prometer algo que sea imposible; prometer a un paciente que puede ser feliz sin sentir sufrimiento es lo mismo que decirle a un hombre postrado en una silla de rueda que si hace terapia podrá caminar; siempre hay que infundir esperanza al paciente porque es una obligación ética, pero no se debe prometer algo que sabemos de antemano que no vamos a poder cumplir, prometer algo y no cumplir caemos en la delgada línea de la mala praxis y que el paciente ande divulgando por ahí que el profesional es una chanta. La felicidad es como el sueño de aquel paciente "que queria volar, pero no podia volar porque alguien le sujetaba del pie" ¡Aqui reside la felicidad! Como decía Mahatma Gandhi: ¡La recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado!, la felicidad no reside en volar sin ataduras, la felicidad se construye, es esforzarse lo máximo posible para soltarse de las amarras que lo sujetan al suelo y volar, por lo cual queda más en evidencia que la felicidad conlleva un cierto malestar, un cierto sufrimiento hasta que logra zafarse de las amarras que lo sujetan y ¡volar!, la felicidad no es posible sin un cierto nivel de sufrimiento, esta es la premisa de cura del terapeuta; tómalo o déjalo, es tu decisión.
29 de septiembre del 2015