miércoles, 5 de enero de 2022

Flexibilidad Emocional

Psic. David A. Erguy

La flexibilidad emocional, es pasar de lo malo a lo bueno en cuanto el ambiente es propicio, no llevar el pasado como una mochila que pesa, más bien colocarlo como una guía, para que no ocurran de nuevo las cosas que lo hicieron sufrir, aprendiendo de todo lo vivido, y desarrollando la capacidad para vivir en la emoción más adecuada para cada situación. El optimista es capaz de salir de la tristeza, el miedo, la rabia o el asco, en cuanto la situación que proporcionó estas emociones ya no está presente. El pesimista se queda aferrado a la tragedia que ha vivido, y aunque no sea actual el acontecimiento, lo sigue teniendo presente en su mente. El pesimista sigue luchando para que lo que ocurrió no exista, su solución se encuentra en que no haya pasado lo que ha pasado, buscando una solución no solo imposible, sino que paradójicamente lo que consigue es que aquello que le hizo sufrir siga manteniéndose, momento a momento, como si estuviera ocurriendo ahora. El optimista vive la situación trágica con la emoción desagradable adecuada, pero en cuanto se encuentra en otra situación, ya no trágica, coloca la anterior en el baúl de las emociones, y pone en la actualidad lo actual, viviendo en “él ahora” la emoción que mejor representa ese momento. El optimista sufre, pero en cuanto la vida le da oportunidad disfruta como si se le fuera a acabar. Se puede definir enfermedad mental como un estado de rigidez emocional, en este estado pase lo que pase quien tiene un trastorno mental siempre está triste, tiene miedo, siente culpa, etc., mientras que la salud mental sería ese estado en el que el sujeto activa una y otra emoción (todas) según sea la situación que vive. Desde el punto de vista bioquímico esto indica que la rigidez emocional está totalmente vinculada a la activación de un neurotransmisor por encima de los otros, es decir, hay una química que se repite constantemente en ese cerebro, lo cual infiere que las estructuras neurológicas que se activan, es decir, si la persona siempre tiene activada la noradrenalina y por lo tanto, lo que se tiene es una persona que pase lo que pase en su vida, tiene una emoción de miedo o de rabia. Esto es habitual en aquella persona muy estresada que no puede engatillar la serotonina o la acetilcolina, y por lo tanto solo activa las emociones que dependen de una química concreta. El pesimista no engatilla frecuentemente dopamina, serotonina, o acetilcolina, se encuentra en un estado noraadrenérgico, ya que su cerebro interpreta que no puede enfrentarse a los acontecimientos que viven, y desde ahí, que no es capaz de cambiar las cosas que le afectan. Esta sensación puede calificarse de autoestima baja, pero realmente lo que se tiene es una persona que no tiene la base química en su cerebro para poder sentir que es capaz. Por lo tanto, se puede concluir que cuanta más rigidez emocional mayor grado de enfermedad, y cuanta más flexibilidad emocional menos grado de enfermedad. 

Gestionar las emociones reduciría los conflictos emocionales, y  al gestionar la emoción se está sin duda gestionando el funcionamiento químico del cerebro. Para conseguir esta capacitación en la gestión de las emociones, se tienen que conocer las leyes que regulan la actividad emocional. Por ejemplo La dopamina tiene que ver con el placer, y en concreto con la emoción que se denomina alegría. Se creía que, cuando consigues una recompensa, esta parte del cerebro segregaba dopamina… resulta que esto es un error. No se trata de la recompensa, sino de la anticipación de la recompensa. Puedes entrenar a una rata de laboratorio para que, cuando se encienda una luz en la jaula, deba presionar cinco veces la palanca para conseguir comida. La primera vez que la rata obtiene la comida, sube la dopamina. Pero al cabo de un tiempo, ¿cuándo sube la dopamina? No cuando la rata consigue la comida sino cuando se enciende la luz. Todo reside en la capacidad de anticipación, ahí es cuando sube la dopamina (Robert Sapolsky). Por ello lo que realmente hace felices, es el deseo y la anticipación, y no tanto el conseguir la meta. Por ello se tiene más segregación de dopamina en la incertidumbre, en el “quizás” que cuando se está completamente seguro de lo que va a ocurrir. Siguiendo estas premisas se puede decir que tener total control de todo lo que ocurre (dominio de la situación), es decir nada de incertidumbre, produce a la larga aburrimiento, mientras que niveles adecuados de incertidumbre produce alegría. Pero si esta incertidumbre sigue elevándose se llegan a niveles de perdida de control,  y ahí es donde suceden las dependencias, tanto a sustancias como a personas. Si con alguien o con alguna sustancia se consigue un alto nivel de dopamina alto posteriormente, se necesitará cada vez más la sustancia o a la persona de la que se depende, y en ese momento no se es feliz, solo lo que se hace es dejar de sufrir.

Fuente: Tech.